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gurp

buenos días, tristeza

Adiós tristeza
Buenos días tristeza
Estás inscrita en las líneas del techo
Estás inscrita en los ojos que amo
No eres del todo la miseria
Pues los labios más humildes te proclaman
En una sonrisa
Buenos días tristeza
Amor de los cuerpos amables
Fuerza del amor
Cuya amabilidad brota
Como un monstruo sin cuerpo
Cabeza decepcionada
Tristeza hermoso rostro

“dudo en dar el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza, a este desconocido sentimiento cuyo tedio y dulzura me obsesionan. Es un sentimiento tan completo, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, mientras que la tristeza me ha parecido siempre algo honroso. Conocía el aburrimiento, la añoranza, en menor medida el remordimiento, pero de la tristeza no había tenido experiencia alguna. Hoy algo se repliega sobre mí, como un tejido de seda, suave e irritante, y me separa de los demás.”

Así comienza el libro de Françoise Sagan que se titula como este espacio. El poema es de Paul Éluard (ese que inspiró a Aute para escribir “mojándolo todo”, de su disco Alevosía: “..sexo líquido, universo de licor”) de un libro que se llama “La vida Inmediata”. Así que, si queréis disfrutarlo en toda su plenitud, tenéis que imaginarlo en el idioma de Sartre que, a la sazón, es muy proclive a este tipo de contenidos.
El caso es que no he podido resistirme a leerlo (sospecho que en una traducción bastante mala) en estos días de recogimiento religioso, echando abajo lo que era un firme propósito de huir de los franceses deprimentes.
Comprende las mismas fórmulas de siempre, las que son clásicas del existencialismo y postmodernismo francés y de las que ejercieron magisterio los Guide, Malraux, Céline… Sagan es un poco posterior, pertenece según la edición de cátedra a los hijos del absurdo (y yo supongo que coincidirá con las publicaciones de Simone de beauvoir y de Juliette Greco). Cuando publicó este libro se produjo todo un fenómeno sociológico (el fenómeno Sagan), un gran éxito de ventas… incluso Otto Preminger hizo una adaptación para el cine con Deborah Kerr (os sonará por “De aquí a la eternidad”) y una chica preciosa que se llamaba Jean Seberg.
Todo este tostón que os estoy ofreciendo no tiene más sentido que el de que leáis el poema que ya forma parte de la decoración de mi cuarto, y confesaros que no puedo dejar a los puñeteros gabachos. Si un día me despierto con la suficiente autoestima, quizás os cuente lo que significa para mí todo esta corriente de amargura metafísica y de desgarramiento social. Aunque en el fondo, no es tan triste…

3 comentarios

Mística -

¿Sabes quién soy?

arale -

como una cita del post indica: la tristeza "me separa de los demás" tal vez por eso sea tan difícil hablar de ella...cada uno la vive a su manera...

Marla -

Parece que nadie se atreve a hablar de la tristeza...