Blogia
gurp

Encuentro en el bar de la esquina (preludio)


 

X.-…

G.-…

X.-… Dicen que vas actualizar tu blog…

G.- Sí. Eso dicen…

X-…

G-…

X.-…

G.-… Bueno. Hola, qué tal estás, me alegro de verte…

X.- ¿De verdad te alegras de verme?

- No, pero ya que estamos aquí tendremos que hablar…

-…

-(gesto de negación con la cabeza) Joder. Me pones una Leff negra.

- eh… para mí un café gracias…

- Ya eres periodista, supongo.

- Casi, aunque no sé si eso es bueno o es malo… la verdad es que no tengo claro qué voy a hacer.

- Como en toda tu vida.

-…

-…

- Entonces, ¿vas a continuar con la blog?

- Creo que sí. Bueno, dependerá de si se acaba la batería ahora o aguanta un rato más…

- Después de tanto tiempo…

- El tiempo es para los que vivís atado a él. Los que fijáis fechas para los exámenes, los que tenéis plazos de matrícula, los que salís el jueves porque es jueves, en fin de año porque es fin de año… como si tuvieseis algo que celebrar… Yo vivo como un ente y, como ente, prescindo del tiempo.

-…

-… y eso no es necesariamente bueno. El tiempo, como las drogas y los condones, no tienen asignadas cualidades absolutas, todo depende de cómo los uses…

-…

- … en este supuesto, parece más lógico pensar que la carencia es, esencialmente, más negativa que la posesión, excepto en aquellos casos, imagínate a ti mismo cómo ejemplo, en los que la posesión supone una carga que oprime la necesidad de fragilidad, de no existir, de no significar para el conjunto de fenómenos que se encuentran naturalmente ligados y sensibles a cada fenómeno individual.

-…

-…

- ¿Tenías ganas de escribir?

- Depende de lo que entiendas por escribir, los que tenemos una blog no escribimos necesariamente. Pero en fin, tú que vas a saber… De todos modos, lo hago más por El Círculo que por mí mismo. Yo dependo de la creatividad, de la autoestima, de lo que veo y leo, de lo que escucho y de las ganas que tengo de transmitirlo, o más bien, de compartirlo. Y eso significa que lo que comunicas lo compartes por deseo de estar en contacto o de hacer partícipe o de empatía. Si soy bueno, es para transmitir lo que es, está siendo, fue o fue durante un instante importante para mí a la gente para la que no sé si sería importante. Si soy malo… en fin…; es comunicación ¿no?… Pero ahora ya no es por eso, ahora formo parte de un fenómeno social,

- El círculo…

- El círculo, sí.

-…

-…

- No sabes lo que es el círculo…

-No…

- Gran periodista…

- Aún no soy periodista y, para tu satisfacción, cuando lo sea no seré mejor de lo que soy ahora.

- No te equivoques, tú no me provocas satisfacción ni ningún otro tipo de emoción. Simplemente una sutil indiferencia, prácticamente imperceptible (en esos momentos aunaba su pulgar y su índice hasta casi tocarse, pero dejando un insignificante espacio entre los dos), que se manifiesta al igual que un insecto que se posa en la piel. Lo notas un momento y luego se te olvida sin que tengas claro que tipo de insecto o partícula de aire o polvo fluctuante ha sido lo suficientemente molesto, durante ese microsegundo, para penetrar en el sistema decodificador de tu tacto…

(trago de cerveza)

 Yo diría que… si tenemos en cuenta el número de pobladores de la tierra, incluidos los seres unicelulares, tu efecto sobre el mundo que te rodea tendría, más o menos, un valor proporcional al espacio que ocupas en un campo perfecto en el que cada unidad eventual se manifestase sin masa y sin volumen, simplemente como es en sí misma, en su propia naturaleza de unidad y con un valor cuantitativo. Más o menos, ese es tu sentido en el mundo. Añadiendo a estas variables el inevitable baremo físico del tiempo que convierte a tú valor cuantitativo, que hasta este momento era insignificante, en casual, caduco, eventual, coyuntural y relativo, o lo que es lo mismo, imperceptible…

-…

-…

-… Sí,  recuerdo que me lo habían dicho alguna vez pero no me lo tomé muy en serio. Alguna chica seguramente.

- No creas que me desagradas, en cierta forma, me resultas gracioso… ya sabes… víctima del Tótem y del Tabú.

-Sí, eso dijo la chica: “no es que no me gustes, me pareces muy gracioso…, podemos ser amigos”, creo que añadió.

-…

-… Vas a responder o prefieres que sigamos hablando de mí un poco más…

- Bueno, eso hace la gente ¿no?. Hablar de cosas insustanciales en las cafeterías… ( se sentía divertido en el lance de la humillación. Disfrutaba del poder que le otorgaba un interlocutor indefenso que llegó vencido a su mesa , que vivía una escena laboral señalada dentro de un historial olvidado, o condenado a olvidarse; una escena tan diferente a la suya, a la cerveza nocturna que inicia el día, que preludia la madrugada, que soborna un estado de mente, cuerpo y espíritu tan superior, tan inherentemente superior… Ante este pensamiento casi no puede contener una carcajada: tan naturalmente superior) Quieres saber lo que es el círculo, ¿eh?... es un tanto complicado explicarlo…

-Pero seguro que a ti se te ocurre algo.

- Verás. El círculo es un fenómeno que tal vez nunca exista. Una proyección. Una predicción de un futuro que tal vez no llegue. Un absurdo y un hito. Un deseo y un fracaso. Un acontecimiento que quizás nunca trascienda de esta conversación. Un momento histórico que ahora mismo puede estar muriendo, entre estas paredes. Puede que se hable de él durante años o que nunca más se nombre. Es y, al mismo, tiempo, deja de ser. Es materia en un estado previo, anterior a toda existencia, pero que existe, pues ahora mismo, entre nosotros, está existiendo, pero podría no existir nunca.

-…

- ¿confuso?

-No. Más bien abrumado por tanta originalidad: “El Círculo”; a nadie se le hubiese ocurrido…

- Ja, ja… ¿sabes que eres bastante divertido cuando te enfadas?

- y yo no he venido aquí para que me vendas humo o los delirios de grandeza de un maníaco depresivo en su momento de máxima erección…

-¿Ves?, otra vez eludes responsabilidades. Tú decides, crees o no crees, pero no me pidas que te diga lo que tienes que hacer.

-…

-…

-… es inútil hablar contigo

-… estoy de acuerdo. Es absurdo hablar contigo y ya no puedo perder más tiempo de mi vida haciéndolo. Así que, lo siento, me tengo que ir. He quedado en la otra punta de la ciudad hace 10 minutos (estaba de pie y apoyaba la mano derecha sobre la frente en forzado gesto de olvido. Mientras hablaba parecía seguir sonriendo..). Es una lástima, me lo estaba pasando muy bien

(apoyó las manos en la mesa y se acercó como si fuese a confesarle un secreto)

y esto, amigo mío, lo digo en serio, eres muy gracioso

(avanzó por el pasillo que transcurría paralelo a la barra y se marchó sin pagar. Antes de cruzar la puerta todavía hizo una última aclaración en voz alta)

- Cómo puedes ver, aunque no estoy en posesión del tiempo, puedo utilizarlo con mucha soltura…

 

P.D. En el camino de regreso, tuvo tiempo de pensar en si de verdad significaba algo, o no, lo que él llamaba El Círculo. Pensó también si de verdad lo odiaba, o no. La noche comenzaba a cerrarse y notó que tenía hambre. Fue como un regreso a la consciencia. Otras preocupaciones le turbaban ahora, qué iba a comer (en el frigorífico sólo quedaban medio paquete de tranchetes, un par de yogures probablemente caducados y un cartón de leche probablemente cortada) y, sobre todo, qué le iba a contar a su jefe sobre la conversación que acababa de tener. Algo se le ocurriría para rellenar la página de mañana, pero en cuanto a su jefe… estaba muy ilusionado con esta entrevista, había sido él mismo quien había conseguido la información precozmente de boca de una “amiga” 24 años más joven que conoció por casualidad en una de sus “escasas” escapadas nocturnas del hogar familiar. Resulta que la chica en cuestión era una intelectual redomada y difícilmente soportable. Frecuentaba los cineclubes y algunas cafeterías de relumbrón dónde se reunían pintores y escritores, y tenía acceso permanente al auditorio tras un brillante y fugaz pasado como violonchelista. En algún momento, en alguno de estos lugares, alguien le contó algo sobre alguna cosa llamada El Círculo. Y, en realidad, esa era toda la información que mañana tendría el periódico. Además de estos pequeños privilegios en forma de confidencias y chivatazos sobre su director, su mundo de periodista no le producía ningún otro tipo de satisfacción. Siquiera alguna información con la que se comprometía o alguna entrevista que le decepcionaba. Por lo demás, medio paquete de tranchetes, un par de yogures y un cartón de leche. Probablemente caducados.

2 comentarios

arale -

Cuan grata sopresa tu regreso!! Aun no he terminado de leerlo (stoy en la biblio con límite temporal)...bikus!

Marla Singer -

A veces me abrumas