La ceremonia del adiós
- Así pues, esta es la ceremonia del adiós
Le dijo Sartre a Simone de Beauvoir cuando esta se levantaba de la mesita del restaurante "La coupole". Lo dijo con el rostro contraído por una dulce sonrisa de anciano, con los ojos diminutos enmarcados en un bosque de arrugas del que brotaba, tierna y limpia, una mirada apagada por los años
-Así pues, esta es la ceremonia del adiós...
Y Simone sintió como un soldadito de juguete le disparaba en el vientre provocándole un dolor fugaz y agudo como el pinchazo de una aguja. Le siguió un súbito estremecimiento que recorrió poco a poco, lentamente, cada uno de los órganos que hasta entonces creía dormidos, y se instaló en esa región sin nombre a la altura del pecho, como una náusea caliente e imperecedera.Se levantó. La náusea quemándole por dentro, el corazón, el estómago, los pulmones...Se levantó y caminó dos pasos. Los ojos brillantes a punto de llorar. Se levantó, caminó dos pasos sin decir nada y puso la mano en su hombro. La mano en su hombro y los ojos bellos y brillantes, cubiertos por el frágil cristal que contiene las lágrimas. Se levantó, camino dos pasos, sin dejar de mirarlo, sin decir nada, puso la mano en su hombro y se fue. Como haciendo el amor. Simone de Beauvoir y Sartre en el restaurante "la coupole", 1971.
Y ella se fue como haciendo el amor, derramando por sus ojos todo el placer contenido. Sólo que no era placer, era una náusea ardiente que la devoraba por dentro, en cada respiración , en cada latido...
P.D. Dedicada a aqueles que marchando moi lexos fican máis preto ca nunca. levade como agasallo un silencio, un agarimo e uns ollos vidrosos... Ahora no queda sino batirse.
Le dijo Sartre a Simone de Beauvoir cuando esta se levantaba de la mesita del restaurante "La coupole". Lo dijo con el rostro contraído por una dulce sonrisa de anciano, con los ojos diminutos enmarcados en un bosque de arrugas del que brotaba, tierna y limpia, una mirada apagada por los años
-Así pues, esta es la ceremonia del adiós...
Y Simone sintió como un soldadito de juguete le disparaba en el vientre provocándole un dolor fugaz y agudo como el pinchazo de una aguja. Le siguió un súbito estremecimiento que recorrió poco a poco, lentamente, cada uno de los órganos que hasta entonces creía dormidos, y se instaló en esa región sin nombre a la altura del pecho, como una náusea caliente e imperecedera.Se levantó. La náusea quemándole por dentro, el corazón, el estómago, los pulmones...Se levantó y caminó dos pasos. Los ojos brillantes a punto de llorar. Se levantó, caminó dos pasos sin decir nada y puso la mano en su hombro. La mano en su hombro y los ojos bellos y brillantes, cubiertos por el frágil cristal que contiene las lágrimas. Se levantó, camino dos pasos, sin dejar de mirarlo, sin decir nada, puso la mano en su hombro y se fue. Como haciendo el amor. Simone de Beauvoir y Sartre en el restaurante "la coupole", 1971.
Y ella se fue como haciendo el amor, derramando por sus ojos todo el placer contenido. Sólo que no era placer, era una náusea ardiente que la devoraba por dentro, en cada respiración , en cada latido...
P.D. Dedicada a aqueles que marchando moi lexos fican máis preto ca nunca. levade como agasallo un silencio, un agarimo e uns ollos vidrosos... Ahora no queda sino batirse.
6 comentarios
karen -
gurp -
a vida non é o mesmo sen "toi".
Se están vidrosos ainda serán máis fermosos ca de costume, ogallá puidéramos velos de preto...
Elianinha -
gurp -
Arale -
Bianca -