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gurp

EL TIEMPO RELATIVO (divertimento literario)

“Y, si la nada crece sobre el brocal de espuma de la historia, cuando las llamas se concierten bajo las bóvedas de piedra, ¿de qué valdrá asomarse al corazón metálico del tiempo? ¿Cómo agarrarse el alma el día en que las ruecas enloquezcan?”
Pase lo que pase siempre hay gente. Gente que sube, gente que baja. Apresurados, observadores, inertes, conversadores… Parece increíble. Siempre hay gente. Y no es agradable subir el Franco mientras llueve. En Santiago llueve mucho y tus pies se mojan indefectiblemente. Parece que las gotitas se rompan contra el suelo y te empapen por debajo. Y quizá sea así. Quién sabe. Nadie tiene tiempo para ponerse a mirar como hacen las gotitas al chocar con el suelo… Caminas embutido en tu impermeable y siempre hay gente. Ahora me doy cuenta de que es un poco kamikaze, a decir verdad. Porque tú vas con la capucha puesta, las manos en los bolsillos y la cabeza lo suficientemente agachada como para que la lluvia no se te introduzca en las pupilas, lo suficientemente elevada para esquivar el tránsito de guiris en dirección contraria. Y parece que hay algo que te empuja hacia abajo. Puede que sea el reguero de agua que se forma a la izquierda y que cada año es más ancho. También pueden ser los guiris que, independientemente de la dirección en que vayan, son siempre e irremediablemente un obstáculo. A veces se forman dos regueritos. Y tus pies mojados… clash, clash… sobre la pequeña corriente de agua…clash, clash… quizás por todo ello el Franco parezca cada año más largo. Cada vez más largo y más igual, húmedo y rocoso…clash, clash… guiris y tiendas con camisetas del Xacobeo… clash, clash… guiris y restaurantes con nombre de número… clash, clash… estudiantes, barrenderos y tiendas de tabaco…clash, clash… es como un pasillo de dibujos animados, de esos en los que el gato persigue al ratón… lo recorres, lo recorres una y otra vez y nunca parece agotarse… el Franco… con los pies mojados… y no es agradable…clash, clash…
Antes de llegar a la catedral tuerces a la derecha. Caminas hacia la luz amarillenta de Platerías. Te parece menos amarilla que de costumbre, menos luz. No hace mucho tenías que entrecerrar los ojos para soportar el resplandor dorado que desprendía. Avanzabas hacia ella como hipnotizado, imbuido en las notas que pululaban por los soportales y… obnubilado, permanecías absorto en la vida que discurría entre aquella quietud subyacente que otorga lo viejo. Pero ahora, al sentarme en el soportal y observar la fuente, espalda apoyada en la columna del arco, encendiendo un cigarro, no encuentro el pasar distraído… no encuentro el teatro donde representé escenas de ojos que se humedecen y risas que se contagian. Sólo encuentro el mirar vetusto de una historia que se carcome, y el monótono paso de unas sombras herméticas que no tienen a donde ir. Allí, en el arco, con los pies mojados sobre la columna, observando la postal herrumbrosa en que se va convirtiendo la vida, sólo deseo llegar a casa para poder vomitar en paz.
Qué importa pues, que el paisaje se rompa antes de tiempo o que zarzales rojos obstruyan las salidas a los lados. Llega un momento en que la duda no sirve de moneda. Llega un momento en que el silencio más dulce y más helado se escurre como un garo por el angosto tragaluz del miedo.

La imaginación es, a veces, en ciertos momentos, el único sentido de la felicidad; y la vida depende de un estado de ánimo.
Yo me he imaginado un destino. Imaginé un tiempo y un espacio. Les puse nombre de ciudad. Viajé hacia un mundo sin pasado, vacío de fantasmas; y me entregué a él como una adolescente enamorada. Me desviví por descubrirlo, y, descubriéndolo, lo amé con la neófita ilusión y el descarnado fuego del amor primero. Miré a los ojos de cada rostro que me encontré y absorbí hasta agotar las almas que traslucían. Me empapé de sus mil historias y las hice mías, y sentí a su lado dolor y ternura, amor y pena… y ese momento sublime en el que dos personas, olvidándose de inútiles proyecciones, se miran indefensas y hacen de sus historias una leyenda común que se prolonga en el espacio hasta un punto maravilloso en el que ambos se comprenden. Entre amarga cerveza escuché y fui escuchado, y permite confesiones de esas que arañan por dentro. Disfruté de cada escena de café y humo, imaginando que el mundo se detenía… consternado… y yo le decía: “¡jódete cabrón, te vamos a cambiar, no puedes con nosotros maldito bastardo…!”
Quizás las paredes hayan absorbido todos aquellos fotogramas. Camino buscándolos con desesperación. Pero hay que ser consciente: después de tan larga batalla librada, sólo queda un cementerio de recuerdos… ¿qué son los recuerdos si no muertos albergados en tumbas, epitafios grabados en lápidas…? Y no existe soledad ni romanticismo cuando cada adoquín, cada columna, cada esquina que vuelves te grita al oído. Nadie puede caminar arropado en tal murmullo pues difícilmente hallará sosiego. Y cierto tipo de persona, aquella que se emboza en pusilánime envoltorio, no puede soportar los susurros llevando a cuestas tanto pasado. Y ve, pero no mira; oye, pero no escucha; vive, pero hace tiempo que ha muerto…

Pero el momento llegó de volver a la nada cuando los bueyes más mansos emprendieron la huída y una cosecha de soledad y hierba reventó sus redes.

Cuentan que una vez existió un curioso campesino de rubia cabellera y espesa barba que, dirigiéndose a sus labores, azada en mano, encontrose con Shakespeare y le inquirió en los siguientes términos:
- ¡Coño Shakespeare!, ¿Cómo estás, niño?
- Atrevida pregunta me haces pues… ¿cómo saberlo?. Cuan fugaz es mi ánimo que, de seguro, antes de acabar de nombrarlo ya habrá variado. Más he de responderte, pues igual de fugaz, y de hipócrita, es la respuesta que buscas… Bien.
- Eres un poco rarito Willy, pero “pa” mi que estás de mal rollo, majo…
- Muy a mi pesar he de contradecirte. No es la ira quien me mueve, ya que de ser así, estable motivación encontraría para el devenir de mis actos y con más claras palabras podría revelarte mi estado. Pero he aquí, impío destino, que lo que mi corazón solivianta no es la rabia contenida sino un extraño desasosiego que no acierto a describir…
- ¡Mira el otro!, ¡Menudos problemones!. ¿si quieres te dejo cavar un rato a ver si se te pasa?
- Sabias palabras pronuncias, campesino. Y quizá te sorprenda lo que de inmediato te confesaré, pero no dudes, por ello, de la honestidad que guarda esta delación de mi alma: mil veces he deseado cambiar mi pluma por tu azada, pues si tú con tu herramienta creas el cobijo de la vida y del alimento de tus hijos, yo sólo derramo amargos desesperos u atormentadas cuitas, y despedazo mi corazón y mis entrañas igual que tú la tierra, con la mía…
- Pero tú te educaste entre la más bella literatura y conociste a los más grandes hombres de Inglaterra, y aprendiste de los más ilustres sabios, y conociste la universidad…
- ¡Oh, la universidad! ¡cargado de esperanza emprendí el viaje hacia ella y desee abrazarla como a la mujer más bella que nunca hube imaginado!. ¿Pero qué sucedió entonces? Sólo imágenes fantasiosas e ideas obsoletas eran las que mi mente me mostraba. Ensueños de la enloquecida juventud que pretende cambiar el curso del mundo, ¡oh, bendita locura, bendita locura que no hallé en aquellos pasillos abarrotados! Tan sólo lúcidas mentes narcotizadas, brillantes pensadores adormecidos… ¡Universidad como un reloj de arena, desgranando gotita a gotita la ilusión, aún más, la inocencia, que había almacenado!, utopías que se escaparon entre los dedos y se desvanecieron más allá de la historia…¡de mí historia!...
y después de cuatro años no hallo más que un cartelito en mi frente que me dice lo que soy el resto de mi vida. Me da la bienvenida a un mundo que no comprendo, que no deseo y que no estoy seguro de que tenga sentido… Di adiós a la juventud en la que te cobijas, pues no volverá, como no volverá el tiempo de ser libre ni de ser loco… Acepta como un destino inevitable que has de seguir tu camino, pues a tal exilio te confina este mundo y llora a quien dejas atrás, pues representa el tiempo en que fuiste libre para vivir, pretencioso para soñar y joven para resistir. ¡Mi resignado campesino, en verdad es este mí mal: ver como la vida se define y cobra un recto camino, cuando su naturaleza, y la mía propia, es de colores brillantes y onerosas curvas, de quimeras que perseguir con obstinación teniendo la certeza de que son inalcanzables, de tiempo para mirar el cielo, de noches para brindar por Venus, de amigos con quien compartirlas y de amores por quien seguir escribiendo! Aquí, ante ti, prometo que permaneceré oculto al mundo, campesino, oculto a este trágico destino; y así, perdido entre viejas calles y rostros desconocidos, seré yo mismo quien mi vida dibuje con grandilocuente felicidad…

Y no quedó otra cosa que la duda fluyendo dulcemente, como nata derretida.Yo no sé si, después de la muerte, Olguín vendrá a dormirme con leyendas aprendidas en lugares lejanos. Pero es seguro que palabras absolutas, más absolutas que vasijas de aceite derramadas, me estarán esperando al otro lado del olvido
Abrió los ojos de golpe, súbitamente, como si algo la hubiese sobresaltado. Fue un gesto casi violento, como el estremecimiento que prosigue al susto, un repentino temblor… sin embargo, no había en su mirada, ni existía en su rostro, asomo de inquietud alguna, y permaneció así tres segundos, los ojos muy abiertos, calmos, sin pestañear, tres segundos… Despertó de su sueño mirando la oscuridad que envolvía la habitación con un petrificante sosiego. Y es cierto que durante ese momento, durante esos tres segundos, podía ver con claridad las formas que se dibujaban en aquel manto negro. Sí, las veía, mas no con extrañeza, sino con la mirada de quien ha indagado ya en todos los matices del objeto y no aguarda descubrir nada más. Durante tres segundos, los ojos , el mundo, la oscuridad que entra por la pupilas como dos objetos que se tocan en el vacío, las formas negras que se distinguen en la retina, tres segundos y… de repente… plaf… los párpados que se cierran pesadamente, recobrando el hálito de vida que pareció extinto durante esos… tres segundos… Se dio cuenta entonces del sudor frío de su espalda u de la sábana adherida a la piel. No turbó esta incomodidad, sin embargo, la serenidad que parecía invadirla, el sosiego que transpiraba ese rostro sin gesto. Dejó que su cabeza cayese melancólicamente hacia la izquierda y miró con indiferencia la tenue luz que entraba desde el jardín, pues aún no había despuntado el alba. Al rato empezó a distinguir las formas del escritorio, la silla en la que tantas horas permaneció postrada, la pluma u los folios en blanco que ya no escribiría.
Apaciblemente se incorporó y con la mayor inanimación imaginada se aposentó frente al escritorio. Escogió una vela de una hora de combustión, una hora para decirlo todo. Se adivinó a la luz de la vela cierto matiz de tristeza en medio de aquella escena inerte. Asió la pluma y el último folio del montón. Pudo coger cualquiera pero cogió el último.
Tenía una hora antes de que la vela se consumiese, una hora dentro de su cabeza, sólo el sonido de la pluma dibujando formas sobre el papel, sólo la voz que habla dentro a los escritores, lo demás… silencio y luz tenue… una hora…

“Al borde del abismo, ligeramente inclinada hacia delante, mirando a la oscuridad a los ojos… así he vivido estos años. Encerrada en este bórtice desde el que diviso con melancolía las vidas de los demás, mientras añoro con tristeza la mía, la que el azar me arrebató. Ya no hay rabia, ni dolor en mi alma… sólo la sosegada resignación de quien no espera ya nada. Pero que no te entristezcan mis palabras, amor mío, pues si tanto tiempo he permanecido de pie, sin arrojarme a tan profunda fosa, sólo ha sido porque tus brazos me abrazaron con fuerza, sólo ha sido por ver envejecer tu rostro ada noche, por oír tu voz antes de dormir… una vez más… Perdóname si pinté de ironía mi pena, si oculté tras escenas de rabia mi profunda aflicción…, perdóname si te hice llorar. Compartes mi alma, igual que yo la tuya, y por ello me consuela saber que lo comprenderás.
No consigo recordar desde cuando me siento así. Sé que fue esta enfermedad quien nubló mis ojos, pero no recuerdo cuando comenzó esta angustia que alberga mi estómago. Era como la conciencia de un trágico destino… te parecerá una tontería. No sé, quizás estuvo ahí siempre. En definitiva, eso fue lo que te enamoró de mí…
¿Sabes?, creo que sólo nosotros dos… en todo Londres sólo nosotros dos… éramos conscientes de que habíamos perdido la inocencia. Sólo nosotros dos nos dimos cuenta de lo estúpido del mundo, lo absurdo de todo lo que nos rodeaba… sólo tú y yo añoramos ese refugio silencioso donde nadie pudiera vernos. Por eso estábamos condenados (dulce condena) a amarnos. Ya no lo soporto más, mi amor, me voy a mi silencioso refugio, hoy lo vi al despertar y me pareció muy hermoso, me voy hacia la paz que no encuentro.
El tiempo no cambia nada, si acaso, lo hace todo más triste. Ahora que se agota, sigo siendo la misma niña que permanecía ensimismada mirando el mar, la misma chica a la que aprendiste a distinguir las estrellas, la misma adolescente que se enamoró de mil ensoñaciones (tú fuiste la única real, mi vida) y la misma mujer enloquecida que en su cautiverio imaginó poder volar libre como cualquier pájaro. En ese lugar, en ese rinconcito inmutable que hay en mí, allí guardo celosamente, mi amor, mi vida…
No puedo imaginar mayor felicidad que la que vivimos tú y yo…”

Virginia Wolf


…Y la vela se apagó. Con mecánica precisión guardó el folio en un sobre blanco en el que escribió un nombre… Con la misma expresión inerte que había mantenido en su vigilia, caminó hacia la puerta, espalda recta y andar decidido. El amanecer la cogió por sorpresa en el jardín. Hasta tal punto que se detuvo… se detuvo a contemplarlo… a mirarlo… bueno… a mirarlo como si fuese el último. En ese instante, quizás otros tres segundos, miró aquel despertar como miraba a las flores, y a las estrellas, y a los pájaros de su jardín… Pronto volvió a su indiferencia, a su quietud. Avanzaba rápido por el bosquecillo, sin pensar en nada. En su camino se encontró con el lago, pero siguió andando. El agua le cubría las rodillas y siguió avanzando, inerte, sosegada… no se detuvo tampoco cuando el agua le mojó el pecho, y, al instante, sólo quedó visible su mirada que no veía y su rostro sin gesto…un paso más y desapareció. Os parecerá una tontería, pero cualquiera diría que el sol estaba en su cenit y que en el bosque no se escuchaba ni un solo murmullo…

La nieve está en mi corazón como la hiedra de la muerte en las habitaciones donde nacimos. Y el tiempo huye de mí con un crujido dulce de zarzales. Nieva implacablemente sobre los páramos de mi memoria. Es ya de noche entre los blancos cercados. Cuando amanezca, será ya siempre invierno

8 comentarios

gurp -

Hola yemala, algún día te responderé a los mails, te lo prometo, tú ten paciencia...
dada la grave situación económica y de salud que está sufriendo Elianinha propongo desviar parte de los fondos destinados a la ayuda humanitaria en Indonesia a una cuenta a su nombre... dos euros/hora! joder! (botámoste en falta neniña).
("alale" a tí tb, te había entendido, es que se me acababan las pelas en el ciber(1,50 €/h) y tuve que escribir rápido.Bss.)

elianinha -

Caro Gurp: a hora de internet saeme a 2 euros. Ademais estoume quedando pitonha por momentos... e os raios catodicos a esta infima distancia non son bos. Son tan malos coma o xapones cantando isas canarias ao meu caron. Espero que sexas consciente do desembolso economico e dos danos cerebrais graves ocasionados. Nembergante -levaba tempo sen utilizar o outeicionario- gracinhas, gurp.

yemala -

hace tiempo q tenia q haber entrado, pero ya se sabe.... soy demasiado complicada...
sin mas divagaciones,mi niño, me has hecho rorar, demasiados recuerdos, y el sentimiento de tener mi alma allí, mojados los pies, y mi cuerpo aquí.... en esta mierda.... espero encontrar algún día a mi alma ota vez....
un biko.

alale -

aiss tu también entiendes lo que quieres. Me alegra ser la culpable de que hayas colgado esto porque me encanta, tan sólo dije que para no explotarte o para no dejar largos silencios en tu blog, los puedes ir cargando de vez en cuando en una sección, porque me gustaría leer más.
Se te hecha de menos :}

GURP -

Lo siento, fuiste tú quien me pidió que colgase lo que escribí en navidades "alale,si no nunca lo haría... me da verguenza que leais estas cosas pero en fin, alguna vez hay que superarlo...
Gracias por el esfuerzo, tienes razón, es un coñazo leérselo to...
Hola Marla, perdón por dejarte sin respuesta pero no tuve mucho tiempo últimamente... Algún día quiero vivir cerca del mar, quiero agotar toda su magia

alale -

aiiiss, 'jos míos, es que escribiendo cosas asin de gonitas, cualquiera le hecha el valor de manchar la página con algún comentario más vulgar ^^U
Me llevó su tiempo léermelo todo, pero aún se me encogen las tripas (k fina k soy) al leer algún fragmento. Aunque para la próxima tal vez podrías dosificarnoslo...haz una sección o tema que se llame divertimentos literarios porque la verdad es que me gustaría que esto siguiera... inspira :)
bikos!

Marla -

Hoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Marla -

Parece que sólo yo añoro ese refugio silencioso en el que nadie podía vernos y en el que desconectaba de todo lo real y me acurrucaba en tus palabras de amigo. He ido a ver el mar y las olas me han traído recuerdos.